Publicado originalmente por Les Zaitz, The Oregonian el 14 de abril de 2011 a las 2:28 PM, actualizado el 19 de abril de 2011 a las 11:49 AM.
Rajnishes en Oregón -- La historia no contada: A mediados de los años 80, operarios rajnishes revelaron un arma secreta en The Dalles e importaron personas sin hogar para obtener una ventaja electoral.
Rajnishes en Oregón -- La historia no contada: A mediados de los años 80, operarios rajnishes revelaron un arma secreta en The Dalles e importaron personas sin hogar para obtener una ventaja electoral.
Un insoportable dolor de estómago despertó a Bill Hulse del sueño.
El comisionado del condado de Wasco corrió al baño, vomitando. Su esposa, preocupada, le insistió ir al hospital, donde los médicos lo admitieron mientras trataban de diagnosticar cuál era el problema.
A doscientas millas de distancia, en una cabaña de montaña en el Camp Sherman, un segundo comisionado del mismo condado despertó, enfermo. Ray Matthew se quedó en la cama, solo, durante dos días, sin saber qué causaba su violenta enfermedad.
Pero un puñado de rajnishes lo sabían. Los hombres habían sido envenenados el día anterior, cuando recorrían el rancho de la secta religiosa, al ingerir potentes bacterias revueltas en su agua.
Hulse permaneció en el hospital cuatro días, con los médicos diciéndole que él habría muerto sin el tratamiento. Al recuperarse más tarde en su casa, Hulse llegó a la conclusión de que los rajnishes lo envenenaron. Y así lo dijo públicamente.
Los rajnishes reaccionaron con indignación a su afirmación, diciendo que no había nada de malo con el agua. "Fue un simple acto de amabilidad humana en aquel sofocante día," una persona de relaciones públicas rajnishe escribió a Hulse. "Ahora usted está haciendo una acusación histérica de que ha sido envenenado."
No fue sino hasta que la comuna colapsó al año siguiente que operarios rajnishes admitieron que Hulse decía la verdad.
La intoxicación era una venganza por la restricción al crecimiento del Rancho Rajnísh llevada a cabo por el condado de Wasco. Los líderes de la secta tenían la esperanza de que enfermar a los funcionarios públicos disuadiría futuras decisiones contra sus operaciones.
No obstante, el gurú que adoraban, Bhagwan Shri Rajnísh, fomentó actos aun más extremos.
Su jefa de personal, Ma Anand Sheela, compartió con su círculo interno que el gurú estaba harto de la actitud del condado de Wasco. Él quería que su gente tuviera un puesto, e incluso tuviera control, en el consejo de comisionados del condado. Eso al menos daría a la comuna una voz directa en su destino.
Ciudad bajo asedio
Sheela conspiró para que eso suceda. Una rajnishe, sin arrojar vestigio alguno de que estaba afiliada al rancho, se trasladó a The Dalles intentando postularse para un cargo en el condado.
Para elegirla, los rajnishes dieron con dos planes. Uno era hacer bajar el índice de participación de los residentes del condado de Wasco, haciendo que se enfermen. El segundo era llenar los padrones con nuevos votantes leales a los rajnishes.
Al comienzo consideraron contaminar el suministro de agua de The Dalles. Los operarios consiguieron mapas de la red de agua e inspeccionaron represas. Pero nadie pudo encontrar una forma de introducir suficiente contaminante para enfermar a las personas.
Ellos decidieron, en su lugar, atacar a la gente donde ellos comían: los restaurantes de The Dalles. Una joven llamada Ma Anand Ava, una de las asociadas más confiables de Sheela, fue transportada a la ciudad por un conductor que no tenía ni idea de su misión. Ella le ordenaba detenerse en un restaurante tras otro, teniéndolo en espera mientras ella iba adentro por unos momentos en cada parada.
Usando una peluca y vestida con ropa de calle, Ma Anand Puja - quien supervisaba las operaciones médicas de la comuna - fue en una misión separada, estableciéndose en un restaurante para almuerzos. Su compañera se sirvió del bufé de ensaladas y luego vio, horrorizada, como Puja vertía un líquido sobre las ensaladas de verduras. Ella regresó a su asiento, terminando con calma su propio almuerzo.
Para los residentes y viajeros que salen de la carretera interestatal 84, ir a cualquiera de los 10 restaurantes era una rutina.
Terry Turner, dueño de una tienda local de muebles, llevó a su esposa y a su niño de 2 años para el brunch del domingo a un restaurante a orillas del Río Columbia. Disfrutaron de una comida casual, optando por el bufé de ensaladas.
En la ciudad, el policia estatal Rick Carlton tuvo el día libre. Llevó a su esposa, a su hijo de 3 años, y a su bebé de 4 meses, a un restaurante del centro. Después de una comida que incluía una visita por el bufé de ensaladas, condujeron a casa.
A la mañana siguiente, los dos hombres estuvieron gravemente mal. Así también lo estuvieron la joven hija de Turner y el hijo de Carlton. Turner se dirigió a una clínica médica, sólo para descubrir una sala de espera llena de gente igual de mal.
"¿Dónde has comido?" -una enfermera preguntó a Turner.
"¿Qué?" -preguntó, confundido por la pregunta.
La enfermera volvió a preguntar, y cuando Turner le respondió, ella dijo: "Hemos oído eso varias veces."
Carlton intentó ir a trabajar a pesar de no sentirse bien, pero pronto registró su salida a casa, con náuseas y débil. En casa, encontró a su esposa y a su hijo tan enfermos como él. Su suegra viajó por el Cañón del Río Columbia desde Portland para atender a la familia enferma.
Tales escenas se manifestaron a lo largo del Cañón. Pronto fue evidente que cientos estaban enfermos. Las salas de emergencia de los hospitales y las clínicas médicas desbordaban de personas sufriendo de náuseas, diarrea y continua debilidad.
"Rajnishes", susurraron algunos, pero no habían pruebas.
Un funcionario estatal de salud sacó la famosa conclusión de que los empleados en diferentes restaurantes habían ignorado, todos al mismo tiempo, la higiene apropiada. La evidencia del verdadero papel de los rajnishes no saldría a la luz hasta que la comuna colapsara.
Usando a la gente sin hogar
El Rancho Rajnísh se enfrentaba a un desastre que se desarrollaba por sí mismo.
Usando la tarjeta American Express de Sheela, los rajnishes habían fletado autobuses en las ciudades de costa a costa, llenándolos de gente sin hogar, en su mayoría varones. Dijeron que traspasarlos al Rancho Rajnísh era una iniciativa humanitaria. A los seducidos a los buses se les prometió comida, cerveza y descanso.
En verdad, esta fue la segunda parte del plan electoral.
En cuanto las personas sin hogar se metían en el rancho, eran obligadas a registrarse para votar. Se esperaba que votaran por los candidatos de los rajnishes cuando llegara el momento de escoger a los nuevos comisionados del condado.
Pero los rajnishes enseguida descubrieron que muchas de las personas sin hogar tenían serios problemas mentales. Un remoto rancho basado en el amor y la libertad no era lugar para una turba ingobernable. Los conflictos estallaron. Para recuperar el control, los rajnishes inyectaron el tranquilizante Haldol en barriles de cerveza utilizados para servir a la gente sin hogar.
El equipo de espionaje que monitoreaba los intervenidos teléfonos públicos de pago del rancho grabó a uno de los hombres sin hogar aparentemente planeando secuestrar al gurú.
Los sanniasins lo identificaron como Felton Walker y lo llevaron a la clínica médica rajnishe, supuestamente para hacerle la prueba de tuberculosis. Sin embargo, la clínica había sido desocupada de todos los otros pacientes en el momento en que él llegó.
Walker se puso una bata hospitalaria y se acostó en una camilla de la sala de examen. Alguien pegó el brazo de Walker al riel de la camilla, y Puja lo puso a dormir con una inyección. A continuación, un médico rajnishe le administró pentotal sódico, el llamado "suero de la verdad." Sheela y al menos otros seis iniciados de la comuna se reunieron alrededor Walker, dándole palmadas estando despierto para que resista el interrogatorio sobre el complot. Una cinta de la llamada era reproducida para él una y otra vez. Walker continuaba cabeceando de sueño, y sus interrogadores continuaban despertándolo.
El episodio se prolongó durante horas. Aproximadamente a las 3 de la madrugada los interrogadores se dieron por vencidos tras aprender algo de utilidad. Mantuvieron a Walker sedado durante dos días más antes de botarlo del rancho.
Pronto, decenas de personas sin hogar siguieron el camino de Walker. Al principio, se les daba boletos de autobús para regresar a sus ciudades de origen. Los rajnishes pronto dejaron de dárselos. En su lugar, llevaron a las personas sin hogar a las pequeñas ciudades que estaban alrededor de la comuna, abandonándolas. Las calles en ciudades como Madras se llenaron de gente sin recursos y lejos de casa.
El espectáculo preocupó profundamente a las autoridades estatales y locales. Temían que los lugareños estuvieran tan enojados por el despiadado acto como para arremeter contra la comuna. La Policía Estatal de Oregón y la Guardia Nacional diseñaron planes de contingencia, con los comandantes de la Guardia prometiendo al gobernador que podían movilizar 10.000 soldados en caso necesario.
Sheela vio oportunidad en la crisis y decidió negociar por las cosas que no estaba consiguiendo por medio de tribunales o del crimen. Buscó concertar reuniones con el gobernador Vic Atiyeh y el Fiscal General Dave Frohnmayer, invitando al gobernador al rancho.
Ninguno de los dos hicieron acuerdos con Sheela, pero tras la persistencia de ella, Atiyeh accedió a que su personal se reuniera con ella. La comuna estaba ocupando cada vez más su tiempo. Y ahora la inminente inundación de personas sin hogar en las comunidades de Oregón presionaba la tolerancia del Estado y la de su población hasta el punto de la ruptura.
Atiyeh esperaba que la conversación calmara la tensionada atmósfera.
Sheela necesitó menos de una hora para desmenuzar esa esperanza.
El comisionado del condado de Wasco corrió al baño, vomitando. Su esposa, preocupada, le insistió ir al hospital, donde los médicos lo admitieron mientras trataban de diagnosticar cuál era el problema.
A doscientas millas de distancia, en una cabaña de montaña en el Camp Sherman, un segundo comisionado del mismo condado despertó, enfermo. Ray Matthew se quedó en la cama, solo, durante dos días, sin saber qué causaba su violenta enfermedad.
Pero un puñado de rajnishes lo sabían. Los hombres habían sido envenenados el día anterior, cuando recorrían el rancho de la secta religiosa, al ingerir potentes bacterias revueltas en su agua.
Hulse permaneció en el hospital cuatro días, con los médicos diciéndole que él habría muerto sin el tratamiento. Al recuperarse más tarde en su casa, Hulse llegó a la conclusión de que los rajnishes lo envenenaron. Y así lo dijo públicamente.
Los rajnishes reaccionaron con indignación a su afirmación, diciendo que no había nada de malo con el agua. "Fue un simple acto de amabilidad humana en aquel sofocante día," una persona de relaciones públicas rajnishe escribió a Hulse. "Ahora usted está haciendo una acusación histérica de que ha sido envenenado."
No fue sino hasta que la comuna colapsó al año siguiente que operarios rajnishes admitieron que Hulse decía la verdad.
La intoxicación era una venganza por la restricción al crecimiento del Rancho Rajnísh llevada a cabo por el condado de Wasco. Los líderes de la secta tenían la esperanza de que enfermar a los funcionarios públicos disuadiría futuras decisiones contra sus operaciones.
No obstante, el gurú que adoraban, Bhagwan Shri Rajnísh, fomentó actos aun más extremos.
Su jefa de personal, Ma Anand Sheela, compartió con su círculo interno que el gurú estaba harto de la actitud del condado de Wasco. Él quería que su gente tuviera un puesto, e incluso tuviera control, en el consejo de comisionados del condado. Eso al menos daría a la comuna una voz directa en su destino.
Ciudad bajo asedio
Sheela conspiró para que eso suceda. Una rajnishe, sin arrojar vestigio alguno de que estaba afiliada al rancho, se trasladó a The Dalles intentando postularse para un cargo en el condado.
Para elegirla, los rajnishes dieron con dos planes. Uno era hacer bajar el índice de participación de los residentes del condado de Wasco, haciendo que se enfermen. El segundo era llenar los padrones con nuevos votantes leales a los rajnishes.
Al comienzo consideraron contaminar el suministro de agua de The Dalles. Los operarios consiguieron mapas de la red de agua e inspeccionaron represas. Pero nadie pudo encontrar una forma de introducir suficiente contaminante para enfermar a las personas.
Ellos decidieron, en su lugar, atacar a la gente donde ellos comían: los restaurantes de The Dalles. Una joven llamada Ma Anand Ava, una de las asociadas más confiables de Sheela, fue transportada a la ciudad por un conductor que no tenía ni idea de su misión. Ella le ordenaba detenerse en un restaurante tras otro, teniéndolo en espera mientras ella iba adentro por unos momentos en cada parada.
Usando una peluca y vestida con ropa de calle, Ma Anand Puja - quien supervisaba las operaciones médicas de la comuna - fue en una misión separada, estableciéndose en un restaurante para almuerzos. Su compañera se sirvió del bufé de ensaladas y luego vio, horrorizada, como Puja vertía un líquido sobre las ensaladas de verduras. Ella regresó a su asiento, terminando con calma su propio almuerzo.
Para los residentes y viajeros que salen de la carretera interestatal 84, ir a cualquiera de los 10 restaurantes era una rutina.
Terry Turner, dueño de una tienda local de muebles, llevó a su esposa y a su niño de 2 años para el brunch del domingo a un restaurante a orillas del Río Columbia. Disfrutaron de una comida casual, optando por el bufé de ensaladas.
En la ciudad, el policia estatal Rick Carlton tuvo el día libre. Llevó a su esposa, a su hijo de 3 años, y a su bebé de 4 meses, a un restaurante del centro. Después de una comida que incluía una visita por el bufé de ensaladas, condujeron a casa.
A la mañana siguiente, los dos hombres estuvieron gravemente mal. Así también lo estuvieron la joven hija de Turner y el hijo de Carlton. Turner se dirigió a una clínica médica, sólo para descubrir una sala de espera llena de gente igual de mal.
"¿Dónde has comido?" -una enfermera preguntó a Turner.
"¿Qué?" -preguntó, confundido por la pregunta.
La enfermera volvió a preguntar, y cuando Turner le respondió, ella dijo: "Hemos oído eso varias veces."
Carlton intentó ir a trabajar a pesar de no sentirse bien, pero pronto registró su salida a casa, con náuseas y débil. En casa, encontró a su esposa y a su hijo tan enfermos como él. Su suegra viajó por el Cañón del Río Columbia desde Portland para atender a la familia enferma.
Tales escenas se manifestaron a lo largo del Cañón. Pronto fue evidente que cientos estaban enfermos. Las salas de emergencia de los hospitales y las clínicas médicas desbordaban de personas sufriendo de náuseas, diarrea y continua debilidad.
"Rajnishes", susurraron algunos, pero no habían pruebas.
Un funcionario estatal de salud sacó la famosa conclusión de que los empleados en diferentes restaurantes habían ignorado, todos al mismo tiempo, la higiene apropiada. La evidencia del verdadero papel de los rajnishes no saldría a la luz hasta que la comuna colapsara.
Usando a la gente sin hogar
El Rancho Rajnísh se enfrentaba a un desastre que se desarrollaba por sí mismo.
Usando la tarjeta American Express de Sheela, los rajnishes habían fletado autobuses en las ciudades de costa a costa, llenándolos de gente sin hogar, en su mayoría varones. Dijeron que traspasarlos al Rancho Rajnísh era una iniciativa humanitaria. A los seducidos a los buses se les prometió comida, cerveza y descanso.
En verdad, esta fue la segunda parte del plan electoral.
En cuanto las personas sin hogar se metían en el rancho, eran obligadas a registrarse para votar. Se esperaba que votaran por los candidatos de los rajnishes cuando llegara el momento de escoger a los nuevos comisionados del condado.
Pero los rajnishes enseguida descubrieron que muchas de las personas sin hogar tenían serios problemas mentales. Un remoto rancho basado en el amor y la libertad no era lugar para una turba ingobernable. Los conflictos estallaron. Para recuperar el control, los rajnishes inyectaron el tranquilizante Haldol en barriles de cerveza utilizados para servir a la gente sin hogar.
El equipo de espionaje que monitoreaba los intervenidos teléfonos públicos de pago del rancho grabó a uno de los hombres sin hogar aparentemente planeando secuestrar al gurú.
Los sanniasins lo identificaron como Felton Walker y lo llevaron a la clínica médica rajnishe, supuestamente para hacerle la prueba de tuberculosis. Sin embargo, la clínica había sido desocupada de todos los otros pacientes en el momento en que él llegó.
Walker se puso una bata hospitalaria y se acostó en una camilla de la sala de examen. Alguien pegó el brazo de Walker al riel de la camilla, y Puja lo puso a dormir con una inyección. A continuación, un médico rajnishe le administró pentotal sódico, el llamado "suero de la verdad." Sheela y al menos otros seis iniciados de la comuna se reunieron alrededor Walker, dándole palmadas estando despierto para que resista el interrogatorio sobre el complot. Una cinta de la llamada era reproducida para él una y otra vez. Walker continuaba cabeceando de sueño, y sus interrogadores continuaban despertándolo.
El episodio se prolongó durante horas. Aproximadamente a las 3 de la madrugada los interrogadores se dieron por vencidos tras aprender algo de utilidad. Mantuvieron a Walker sedado durante dos días más antes de botarlo del rancho.
Pronto, decenas de personas sin hogar siguieron el camino de Walker. Al principio, se les daba boletos de autobús para regresar a sus ciudades de origen. Los rajnishes pronto dejaron de dárselos. En su lugar, llevaron a las personas sin hogar a las pequeñas ciudades que estaban alrededor de la comuna, abandonándolas. Las calles en ciudades como Madras se llenaron de gente sin recursos y lejos de casa.
El espectáculo preocupó profundamente a las autoridades estatales y locales. Temían que los lugareños estuvieran tan enojados por el despiadado acto como para arremeter contra la comuna. La Policía Estatal de Oregón y la Guardia Nacional diseñaron planes de contingencia, con los comandantes de la Guardia prometiendo al gobernador que podían movilizar 10.000 soldados en caso necesario.
Sheela vio oportunidad en la crisis y decidió negociar por las cosas que no estaba consiguiendo por medio de tribunales o del crimen. Buscó concertar reuniones con el gobernador Vic Atiyeh y el Fiscal General Dave Frohnmayer, invitando al gobernador al rancho.
Ninguno de los dos hicieron acuerdos con Sheela, pero tras la persistencia de ella, Atiyeh accedió a que su personal se reuniera con ella. La comuna estaba ocupando cada vez más su tiempo. Y ahora la inminente inundación de personas sin hogar en las comunidades de Oregón presionaba la tolerancia del Estado y la de su población hasta el punto de la ruptura.
Atiyeh esperaba que la conversación calmara la tensionada atmósfera.
Sheela necesitó menos de una hora para desmenuzar esa esperanza.
SIGUIENTE: A medida que se apaga la obra de Ma Anand Sheela para involucrar al gobernador Vic Atiyeh, ella expande sus "sucias artimañas" a la quema de una oficina del condado.
-- Les Zaitz: escríbele al [email protected]; visita la página Rajneesh Report (Informe sobre Rajnísh) en Facebook.
- Artículo original en inglés, del sitio oregonés www.oregonlive.com