En lo que respecta a la poesía, pero entendida también en su originaria expresión creativa (poiein), tengo dos maestros que serán la inspiración fundamental de todo mi pensamiento futuro, político y artístico, de derecha y de izquierda, pues hasta ahora no encuentro seres, ya sean poetas o filósofos, que hayan sentido, que hayan sufrido la pasión de la creatividad de una manera tan singular y realizada, tan bien lograda, que hayan dado tan fuerte, sin reservas, y a la misma vez, tan exacto en el clavo del sentimiento y del concepto.
Uno prestó más atención a conceptos implacablemente exclusivos a través de un lenguaje que apenas pierde la unidad, el otro se enfocó en conceptos conmovedoramente inclusivos torciendo a diestra y siniestra, casi anárquicamente el lenguaje. Ambos caracteres los hallé imposibles de cruzarse, de verse siquiera disimuladamente. Uno daba el diagnóstico de que 'Dios había muerto' y que a través de ello se había de refundar las sociedades, además que era una conclusión lógica del carácter propio de él, como también es propio del otro el que dijera que Dios meramente 'estuvo enfermo': ambos alcanzaron el cenit de una comprensión dictada por el destino de visiones divergentes y reflejadas en sus escritos, uno a través de la derecha radical, de un 'radicalismo aristocrático' casi utópico, y el otro, a mi entender, a través de la izquierda radical, también casi utópica. El nombre de uno es Friedrich Nietzsche, y el otro, a quien percibo como la encarnación fidedigna del Jesús de Nietzsche, esto es, el Cristo de su 'Anticristo', se llama César Vallejo. A ellos los veía como antagónicos (y lo son) pero también les descubrí la complementariedad entre los dos: ambos son ahora la necesaria dualidad de mi pensar, y en este sentido, de la filosofía más individual y universal la cual se ha de estudiar, ahora ambos constituyen mi ave espectral que vuela y vuela en el tiempo sin saber en qué nido de un presente irá a parar, a fin de, a sus hijos, crear y criar - a los hijos del mañana, o de un pasado mañana quizás.
Hace poco en algún lugar de Youtube se hizo la pregunta: ¿habrá algún pensador latinoamericano que esté a la altura de la poesía nietzscheana? La respuesta de otro fue contundente: No. No han sufrido lo suficiente como Nietzsche. Eran solo intelectuales con una vida cómoda como Pablo Neruda, Octavio Paz. Solo acomodan bellas palabras rítmicamente. La respuesta continuaba: Los dos, Neruda y Octavio Paz, por muchos años eran embajadores en Europa y Asia. ¿Se podrá creer que a un embajador le va mal? Conocí al embajador mexicano en Delhi (Octavio Paz también estaba en la India): recibe un sueldazo. ¿Se podrá creer que a un pensador tan "radical" como Nietzsche (que tenía que vivir pobremente de una pequeña pensión) le van a dar el Premio Nobel o un doctor honoris causa (como a Neruda)? Jamás. Y esa es la gran diferencia. Neruda y Paz (El laberinto de la soledad) no duelen a nadie con sus escritos, Nietzsche sin embargo tenía un impacto más profundo que los dos juntos, y eso también en América Latina. CIEN AÑOS DE SOLEDAD es apenas una lectura para señoritas. Nietzsche dijo de sí mismo: Soy dinamita.
Alguno que comparta la nacionalidad de los escritores mencionados o aludidos anteriormente debe decirme qué tan real es esa respuesta, "considerando en frío, imparcialmente". Han de tener derecho a réplica. ¿La respuesta tendrá que ver con la diferencia que veo entre Mario Vargas Llosa y César Vallejo? Además de la diferencia del tipo de literatura al que se han dedicado, con toda seguridad lo que le caracteriza a un buen poeta o a un buen filósofo es, no sólo su nivel de conocimiento, sino el carácter general, el aura mismo de genialidad que le rodea, y que sólo puede darse de acuerdo al nivel de esfuerzo, profundidad, de sufrimiento, de pasión con que se valora la propia existencia, y a algunos caracteres les podría faltar la herramienta biológica para esto: la felicidad siempre ha sido un tema superficial entre los buenos genios, dejada a los más, quienes en su mayor parte solo llegan a ser adulones e idólatras, quienes llevan, cual río, la "barca de los valores" puesta en marcha por los precursores.
Respecto a la última obra mencionada, lo pude constatar yo mismo revisando la tesis de un amigo argelino y que trataba exclusivamente de esa novela, por lo que pude conocerla de cabo a rabo, y suscribo lo dicho por el autor de esa respuesta, respuesta que inmediatamente me recordó a César Vallejo, y consideré que tal vez sea este el poeta latinoamericano que más que los poetas de su siglo haya sentido la vida en su plenitud, nada superficialmente. Investigando un poco más de él, la izquierda peruana lo valora mucho, siendo una de sus figuras. En la primera universidad de América, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde estudió Vallejo, la decana, y con la que me gustaría vincular mi nombre y ofrecer mis esfuerzos, logré ver en un pasillo la línea final del poema Los Nueve Monstruos de César Vallejo, por lo que su contribución moral a la izquierda peruana no ha de ser desdeñable. Continuando, Vallejo forma parte de una corriente que por azares de la historia, llegó a parar en una revolución social marcada también por el terrorismo, que de una u otra manera, y sin que sea lo deseable, inspiró cambios constituciones y económicos para una mayor repartija de la riqueza entre el pueblo, es decir, sin tales quejas y reclamos de los izquierdistas extremistas, no se habría activado un programa que paliara las promesas de "recompensa" que daban los revolucionarios a los campesinos y demás gente olvidada del Perú, y con lo cual se pudo hacer mejor frente a los líderes terroristas. Así pues, el terrorismo no solo fue culpa de sus precursores, sino del sistema en general, seamos claros y honestos, pues no era perfecto y aún hoy no lo es, pero sin embargo mejoró un poco, siendo todavía lejos de lo deseable (¡y cuándo será lo deseable!), como lo prueba el caso ODEBRECHT: la mayor constatación desvergonzada del atraso moral latinoamericano: tanto la izquierda como la derecha latinoamericana aún no juegan el papel que deben jugar, con honestidad y rectitud. Además, se ha de aclarar que con los cambios constitucionales no se está haciendo ningún guiño halagador a la familia Fujimori ni a sus partidarios descerebrados, quien llegó al poder mintiendo y aprovechándose de la "solución económica" a la que pudo tener acceso con su mentir allá por los 90: no se puede aspirar a tan poco, alabar a alguien que con una mano hizo lo que era un deber, y con la otra haciendo lo de un delincuente.
Por esto, tanto Nietzsche, a quien llamo el poeta de lo aristocrático, como Vallejo, a quien llamo el poeta del pueblo, cosmopolita, universal, son las mejores representaciones poéticas, respectivamente de la derecha e izquierda políticas, personas que realmente impactan cuando se está preparado para entenderlos, cuando tienen que ser, por el destino, una necesidad. Espantan a los superficiales. Nadie pensó que César Vallejo formaría parte de un movimiento social que terminaría en terrorismo (Abimael Guzmán nos llega al recuerdo), y tampoco se pensó que Friedrich Nietzsche serviría en el 3er Reich como punto de encuentro para el partido nazi de Hitler pero la necesidad de la historia es así, pues ésta solo se desarrolla y crece verdaderamente a través del dolor y lucha. Muchas bondades tecnológicas que hoy gozamos nacieron, justamente para nuestro hoy, gracias a las urgencias militares presentes en la 2era Guerra Mundial, como también a toda guerra anterior: las diferentes luchas, sin importar quién sea el oponente, forjan un determinado desarrollo para su vencedor, ¡y cuántas pequeñas luchas y batallas tenemos a diario, incluso en la soledad!
---------------------------------------------------
El ala derecha: Friedrich Nietzsche, en su 'respuesta al enigma del sentido de la existencia del hombre' (Cap. De la superación de sí mismo, del libro Así habló Zaratustra), y en la que subyace la doctrina del entender y saber distanciarse del natural sufrimiento de los seres vivos que es la manera en que la vida se supera a sí misma.
Traducción del alemán al español por Andrés Sánchaz Pascual.
[...]
Sólo donde hay vida hay también voluntad: pero no voluntad de vida, sino - así te lo enseño yo - ¡voluntad de poder!
Muchas cosas tiene el viviente en más alto aprecio que la vida misma; pero en el apreciar mismo habla - ¡la voluntad de poder!» -
Esto fue lo que en otro tiempo me enseñó la vida: y con ello os resuelvo yo, sapientísmos, incluso el enigma de vuestro corazón.
[...]
Con vuestros valores y vuestras palabras del bien y del mal ejercéis violencia, valoradores: y ése es vuestro oculto amor, y el brillo, el temblor y el desbordamiento de vuestra propia alma.
[...]
Y quien tiene que ser un creador en el bien y en el mal: en verdad, ése tiene que ser antes un aniquilador y quebrantar valores.
[...]
Hablemos de esto, sapientísimos, aunque sea desagradable. Callar es peor; todas las verdades silenciadas se vuelven venenosas.
¡Y que caiga hecho pedazos todo lo que en nuestras verdades - pueda caer hecho pedazos! ¡Hay muchas casas que construir todavía!
Y del poema ¡Sólo necio! ¡Sólo poeta!, de la colección Ditirambos Dionisíacos (traducción mía, personal).
[:..]
O igual que el águila, que larga,
largamente mira fijo los abismos,
sus abismos ...
– ¡oh, cómo aquí se enroscan hacia abajo,
hacia el fondo, hacia dentro,
hacia cada vez más profundas profundidades! –
Luego,
de forma súbita,
en un vuelo recto,
en un arranque resuelto,
lanzarse contra corderos,
de golpe hacia abajo, voraz,
ávido de corderos,
hostil a todas las almas de cordero,
furiosamente hostil a todo lo que parezca
virtuoso, de mesura ovejil, de embrollada lana,
baboso, con lechosa benevolencia propia de corderos ...
Así,
de águila, de pantera
son los anhelos del poeta,
son tus anhelos bajo miles de máscaras,
¡tú necio! ¡tú poeta! ...
Tú que has visto al hombre
como dios y como borrego –,
despedazar al dios en el hombre
como al borrego en el hombre
y reír al despedazar –
¡ésa, ésa es tu bienaventuranza!
¡bienaventuranza de una pantera y de un águila!
¡bienaventuranza de un poeta y de un necio!«
[...]
El ala izquierda: César Vallejo, en su poema 'Los nueve monstruos' de la colección póstuma 'Poemas humanos', como algo ya fijo en él, se centra en la pasión crística misma, en el sufrimiento del otro, por lo tanto, en la compasión, en la que tanto se enfocó también Nietzsche pero buscando distanciarse de ella, solucionando el problema del sufrimiento, según él, de raíz.
Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
[...]
Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rosseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
[...]
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombres humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.
--------------------------------------------------
Según Nietzsche, la compasión es la incapacidad de poder distanciarse de la "seducción pulsiva" del dolor ajeno, y esta incapacidad revela la falta de fuerza o, mejor dicho, la debilidad misma de la persona, pero Vallejo, desde su empatía por la que tomó partido sin restricciones pese a haber leído a Nietzsche (según el crítico literario José Miguel Oviedo), pese a haber declamado grandes secciones del Zaratustra, saca "otra fuerza" revelada en la línea final (hay, hermanos, muchísimo que hacer), que podría encontrar su punto de unión con Friedrich Nietzsche, aunque desde el otro extremo del cuadrilatero, como su enemigo-amigo declarado en la, al parecer, eterna lucha social. Si Nietzsche le hizo una batalla abierta al Jesús de su Anticristo (ojo, no al Jesús eclesiástico, sino al Jesús más originario, más budista, más terrenamente subjetivo, más ateo o agnóstico que creacionista y metafísico), César Vallejo, quizás como representación más pura de lo que pudo ser el nazareno, volvió para hacer frente a la teoría aristocrática nietzscheana. Sea como fuere, ambos representan los dos impulsos básicos del ser humano, lo que justamente deviene en una política de izquierda o de derecha, un poco de uno o un poco del otro, dependiendo del tipo de persona que se sea, buscando el "equilibrio" desde el interior de aquello mismo por lo cual se apostó.
Carlos Villanes Cairo, otro crítico literario peruano, describe a César Vallejo de la siguiente manera: En realidad, el poeta de Santiago de Chuco es poco deudor de los modernistas en su primer libro y de total ruptura en los restantes. El carácter introspectivo, personal y de auscultación al hombre, que Vallejo impregna al libro, su desconcertada manera de mirar al mundo y a los extraños y muchas veces tristes designios de la vida, frente a los cuales el poeta exclama: "¡Yo no sé!", vuelve más vital y realista su poesía alejándola de las fanfarrias modernistas.
De la misma manera la ausencia de elementos exóticos tanto en el decorado cuanto en la apelación de seres fantásticos, con la sola excepción de un ser sobrenatural: Dios, pero a quien le otorga un tratamiento humano, como dirigiéndose a un amigo, con el que se disputa un sitio en el dolor, el amor, y el destino mismo.
Dios mío, estoy llorando al ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
[...]
De la colección "Los heraldos negros".
Como epílogo, dejaré algunos escritos más de ambos personajes, para así terminar de afirmar esta dualidad en la filosofía, en el carácter - pero que podría hacerse complementaria desde un punto de vista panorámico, actual, al menos para una comprensión más imparcial de la lucha nietzscheana con su otro extremo el cual bajo la figura de César Vallejo podemos estudiar a profundidad como nunca antes, pues quizás estemos ante las 'mejores' representaciones álmicas de la izquierda y la derecha en el mundo, expresadas mediante la poesía más clara y directa.
Aquí unas palabras concluyentes de Nietzsche en su ataque contra la inclinación exagerada hacia la compasión, que lo vuelve, no en alguien con falta de empatía como sostuve muchas veces, sino en alguien pragmáticamente empático, que desde una empatía muy profunda ha de recurrir a la frialdad del cirujano para eliminar la enfermedad, representándose, en mis palabras, como un Vallejo con freno de mano: con profundo amor se desprecia lo débil en uno, buscando el estado más óptimo, alejando de nosotros, exterior e interiormente, la influencia de la debilidad, buscando una independencia cada vez mayor.
¿Qué es bueno? — Todo lo que eleva el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo en el hombre.
¿Qué es malo? — Todo lo que procede de la debilidad.
¿Qué es felicidad? — El sentimiento de que el poder crece, de que una resistencia queda superada.
No contentamiento, sino más poder; no paz en general, sino guerra; no virtud, sino habilidad (virtud al estilo del renacimiento, virtud libre de moralina).
Los débiles y malogrados deben perecer: primer artículo de nuestro amor por los hombres. Y se debe todavía ayudarles a eso.
¿Qué es más dañino que cualquier vicio? La acción compasiva hacia todos los malogrados y débiles — el cristianismo…
Hace poco en algún lugar de Youtube se hizo la pregunta: ¿habrá algún pensador latinoamericano que esté a la altura de la poesía nietzscheana? La respuesta de otro fue contundente: No. No han sufrido lo suficiente como Nietzsche. Eran solo intelectuales con una vida cómoda como Pablo Neruda, Octavio Paz. Solo acomodan bellas palabras rítmicamente. La respuesta continuaba: Los dos, Neruda y Octavio Paz, por muchos años eran embajadores en Europa y Asia. ¿Se podrá creer que a un embajador le va mal? Conocí al embajador mexicano en Delhi (Octavio Paz también estaba en la India): recibe un sueldazo. ¿Se podrá creer que a un pensador tan "radical" como Nietzsche (que tenía que vivir pobremente de una pequeña pensión) le van a dar el Premio Nobel o un doctor honoris causa (como a Neruda)? Jamás. Y esa es la gran diferencia. Neruda y Paz (El laberinto de la soledad) no duelen a nadie con sus escritos, Nietzsche sin embargo tenía un impacto más profundo que los dos juntos, y eso también en América Latina. CIEN AÑOS DE SOLEDAD es apenas una lectura para señoritas. Nietzsche dijo de sí mismo: Soy dinamita.
Alguno que comparta la nacionalidad de los escritores mencionados o aludidos anteriormente debe decirme qué tan real es esa respuesta, "considerando en frío, imparcialmente". Han de tener derecho a réplica. ¿La respuesta tendrá que ver con la diferencia que veo entre Mario Vargas Llosa y César Vallejo? Además de la diferencia del tipo de literatura al que se han dedicado, con toda seguridad lo que le caracteriza a un buen poeta o a un buen filósofo es, no sólo su nivel de conocimiento, sino el carácter general, el aura mismo de genialidad que le rodea, y que sólo puede darse de acuerdo al nivel de esfuerzo, profundidad, de sufrimiento, de pasión con que se valora la propia existencia, y a algunos caracteres les podría faltar la herramienta biológica para esto: la felicidad siempre ha sido un tema superficial entre los buenos genios, dejada a los más, quienes en su mayor parte solo llegan a ser adulones e idólatras, quienes llevan, cual río, la "barca de los valores" puesta en marcha por los precursores.
Respecto a la última obra mencionada, lo pude constatar yo mismo revisando la tesis de un amigo argelino y que trataba exclusivamente de esa novela, por lo que pude conocerla de cabo a rabo, y suscribo lo dicho por el autor de esa respuesta, respuesta que inmediatamente me recordó a César Vallejo, y consideré que tal vez sea este el poeta latinoamericano que más que los poetas de su siglo haya sentido la vida en su plenitud, nada superficialmente. Investigando un poco más de él, la izquierda peruana lo valora mucho, siendo una de sus figuras. En la primera universidad de América, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, donde estudió Vallejo, la decana, y con la que me gustaría vincular mi nombre y ofrecer mis esfuerzos, logré ver en un pasillo la línea final del poema Los Nueve Monstruos de César Vallejo, por lo que su contribución moral a la izquierda peruana no ha de ser desdeñable. Continuando, Vallejo forma parte de una corriente que por azares de la historia, llegó a parar en una revolución social marcada también por el terrorismo, que de una u otra manera, y sin que sea lo deseable, inspiró cambios constituciones y económicos para una mayor repartija de la riqueza entre el pueblo, es decir, sin tales quejas y reclamos de los izquierdistas extremistas, no se habría activado un programa que paliara las promesas de "recompensa" que daban los revolucionarios a los campesinos y demás gente olvidada del Perú, y con lo cual se pudo hacer mejor frente a los líderes terroristas. Así pues, el terrorismo no solo fue culpa de sus precursores, sino del sistema en general, seamos claros y honestos, pues no era perfecto y aún hoy no lo es, pero sin embargo mejoró un poco, siendo todavía lejos de lo deseable (¡y cuándo será lo deseable!), como lo prueba el caso ODEBRECHT: la mayor constatación desvergonzada del atraso moral latinoamericano: tanto la izquierda como la derecha latinoamericana aún no juegan el papel que deben jugar, con honestidad y rectitud. Además, se ha de aclarar que con los cambios constitucionales no se está haciendo ningún guiño halagador a la familia Fujimori ni a sus partidarios descerebrados, quien llegó al poder mintiendo y aprovechándose de la "solución económica" a la que pudo tener acceso con su mentir allá por los 90: no se puede aspirar a tan poco, alabar a alguien que con una mano hizo lo que era un deber, y con la otra haciendo lo de un delincuente.
Por esto, tanto Nietzsche, a quien llamo el poeta de lo aristocrático, como Vallejo, a quien llamo el poeta del pueblo, cosmopolita, universal, son las mejores representaciones poéticas, respectivamente de la derecha e izquierda políticas, personas que realmente impactan cuando se está preparado para entenderlos, cuando tienen que ser, por el destino, una necesidad. Espantan a los superficiales. Nadie pensó que César Vallejo formaría parte de un movimiento social que terminaría en terrorismo (Abimael Guzmán nos llega al recuerdo), y tampoco se pensó que Friedrich Nietzsche serviría en el 3er Reich como punto de encuentro para el partido nazi de Hitler pero la necesidad de la historia es así, pues ésta solo se desarrolla y crece verdaderamente a través del dolor y lucha. Muchas bondades tecnológicas que hoy gozamos nacieron, justamente para nuestro hoy, gracias a las urgencias militares presentes en la 2era Guerra Mundial, como también a toda guerra anterior: las diferentes luchas, sin importar quién sea el oponente, forjan un determinado desarrollo para su vencedor, ¡y cuántas pequeñas luchas y batallas tenemos a diario, incluso en la soledad!
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El ala derecha: Friedrich Nietzsche, en su 'respuesta al enigma del sentido de la existencia del hombre' (Cap. De la superación de sí mismo, del libro Así habló Zaratustra), y en la que subyace la doctrina del entender y saber distanciarse del natural sufrimiento de los seres vivos que es la manera en que la vida se supera a sí misma.
Traducción del alemán al español por Andrés Sánchaz Pascual.
[...]
Sólo donde hay vida hay también voluntad: pero no voluntad de vida, sino - así te lo enseño yo - ¡voluntad de poder!
Muchas cosas tiene el viviente en más alto aprecio que la vida misma; pero en el apreciar mismo habla - ¡la voluntad de poder!» -
Esto fue lo que en otro tiempo me enseñó la vida: y con ello os resuelvo yo, sapientísmos, incluso el enigma de vuestro corazón.
[...]
Con vuestros valores y vuestras palabras del bien y del mal ejercéis violencia, valoradores: y ése es vuestro oculto amor, y el brillo, el temblor y el desbordamiento de vuestra propia alma.
[...]
Y quien tiene que ser un creador en el bien y en el mal: en verdad, ése tiene que ser antes un aniquilador y quebrantar valores.
[...]
Hablemos de esto, sapientísimos, aunque sea desagradable. Callar es peor; todas las verdades silenciadas se vuelven venenosas.
¡Y que caiga hecho pedazos todo lo que en nuestras verdades - pueda caer hecho pedazos! ¡Hay muchas casas que construir todavía!
Y del poema ¡Sólo necio! ¡Sólo poeta!, de la colección Ditirambos Dionisíacos (traducción mía, personal).
[:..]
O igual que el águila, que larga,
largamente mira fijo los abismos,
sus abismos ...
– ¡oh, cómo aquí se enroscan hacia abajo,
hacia el fondo, hacia dentro,
hacia cada vez más profundas profundidades! –
Luego,
de forma súbita,
en un vuelo recto,
en un arranque resuelto,
lanzarse contra corderos,
de golpe hacia abajo, voraz,
ávido de corderos,
hostil a todas las almas de cordero,
furiosamente hostil a todo lo que parezca
virtuoso, de mesura ovejil, de embrollada lana,
baboso, con lechosa benevolencia propia de corderos ...
Así,
de águila, de pantera
son los anhelos del poeta,
son tus anhelos bajo miles de máscaras,
¡tú necio! ¡tú poeta! ...
Tú que has visto al hombre
como dios y como borrego –,
despedazar al dios en el hombre
como al borrego en el hombre
y reír al despedazar –
¡ésa, ésa es tu bienaventuranza!
¡bienaventuranza de una pantera y de un águila!
¡bienaventuranza de un poeta y de un necio!«
[...]
El ala izquierda: César Vallejo, en su poema 'Los nueve monstruos' de la colección póstuma 'Poemas humanos', como algo ya fijo en él, se centra en la pasión crística misma, en el sufrimiento del otro, por lo tanto, en la compasión, en la que tanto se enfocó también Nietzsche pero buscando distanciarse de ella, solucionando el problema del sufrimiento, según él, de raíz.
Y, desgraciadamente,
el dolor crece en el mundo a cada rato,
crece a treinta minutos por segundo, paso a paso,
y la naturaleza del dolor, es el dolor dos veces
y la condición del martirio, carnívora, voraz,
es el dolor dos veces
y la función de la yerba purísima, el dolor dos veces
y el bien de ser, dolernos doblemente.
Jamás, hombres humanos,
hubo tanto dolor en el pecho, en la solapa, en la cartera,
en el vaso, en la carnicería, en la aritmética!
Jamás tanto cariño doloroso,
jamás tan cerca arremetió lo lejos,
jamás el fuego nunca
jugó mejor su rol de frío muerto!
Jamás, señor ministro de salud, fue la salud
más mortal
[...]
Crece la desdicha, hermanos hombres,
más pronto que la máquina, a diez máquinas, y crece
con la res de Rosseau, con nuestras barbas;
crece el mal por razones que ignoramos
y es una inundación con propios líquidos,
con propio barro y propia nube sólida!
[...]
Señor Ministro de Salud: ¿qué hacer?
¡Ah! desgraciadamente, hombres humanos,
hay, hermanos, muchísimo que hacer.
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Según Nietzsche, la compasión es la incapacidad de poder distanciarse de la "seducción pulsiva" del dolor ajeno, y esta incapacidad revela la falta de fuerza o, mejor dicho, la debilidad misma de la persona, pero Vallejo, desde su empatía por la que tomó partido sin restricciones pese a haber leído a Nietzsche (según el crítico literario José Miguel Oviedo), pese a haber declamado grandes secciones del Zaratustra, saca "otra fuerza" revelada en la línea final (hay, hermanos, muchísimo que hacer), que podría encontrar su punto de unión con Friedrich Nietzsche, aunque desde el otro extremo del cuadrilatero, como su enemigo-amigo declarado en la, al parecer, eterna lucha social. Si Nietzsche le hizo una batalla abierta al Jesús de su Anticristo (ojo, no al Jesús eclesiástico, sino al Jesús más originario, más budista, más terrenamente subjetivo, más ateo o agnóstico que creacionista y metafísico), César Vallejo, quizás como representación más pura de lo que pudo ser el nazareno, volvió para hacer frente a la teoría aristocrática nietzscheana. Sea como fuere, ambos representan los dos impulsos básicos del ser humano, lo que justamente deviene en una política de izquierda o de derecha, un poco de uno o un poco del otro, dependiendo del tipo de persona que se sea, buscando el "equilibrio" desde el interior de aquello mismo por lo cual se apostó.
Carlos Villanes Cairo, otro crítico literario peruano, describe a César Vallejo de la siguiente manera: En realidad, el poeta de Santiago de Chuco es poco deudor de los modernistas en su primer libro y de total ruptura en los restantes. El carácter introspectivo, personal y de auscultación al hombre, que Vallejo impregna al libro, su desconcertada manera de mirar al mundo y a los extraños y muchas veces tristes designios de la vida, frente a los cuales el poeta exclama: "¡Yo no sé!", vuelve más vital y realista su poesía alejándola de las fanfarrias modernistas.
De la misma manera la ausencia de elementos exóticos tanto en el decorado cuanto en la apelación de seres fantásticos, con la sola excepción de un ser sobrenatural: Dios, pero a quien le otorga un tratamiento humano, como dirigiéndose a un amigo, con el que se disputa un sitio en el dolor, el amor, y el destino mismo.
Dios mío, estoy llorando al ser que vivo;
me pesa haber tomádote tu pan;
pero este pobre barro pensativo
no es costra fermentada en tu costado:
tú no tienes Marías que se van!
Dios mío, si tú hubieras sido hombre,
hoy supieras ser Dios;
pero tú, que estuviste siempre bien,
no sientes nada de tu creación.
Y el hombre sí te sufre: el Dios es él!
[...]
De la colección "Los heraldos negros".
Como epílogo, dejaré algunos escritos más de ambos personajes, para así terminar de afirmar esta dualidad en la filosofía, en el carácter - pero que podría hacerse complementaria desde un punto de vista panorámico, actual, al menos para una comprensión más imparcial de la lucha nietzscheana con su otro extremo el cual bajo la figura de César Vallejo podemos estudiar a profundidad como nunca antes, pues quizás estemos ante las 'mejores' representaciones álmicas de la izquierda y la derecha en el mundo, expresadas mediante la poesía más clara y directa.
Aquí unas palabras concluyentes de Nietzsche en su ataque contra la inclinación exagerada hacia la compasión, que lo vuelve, no en alguien con falta de empatía como sostuve muchas veces, sino en alguien pragmáticamente empático, que desde una empatía muy profunda ha de recurrir a la frialdad del cirujano para eliminar la enfermedad, representándose, en mis palabras, como un Vallejo con freno de mano: con profundo amor se desprecia lo débil en uno, buscando el estado más óptimo, alejando de nosotros, exterior e interiormente, la influencia de la debilidad, buscando una independencia cada vez mayor.
¿Qué es bueno? — Todo lo que eleva el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo en el hombre.
¿Qué es malo? — Todo lo que procede de la debilidad.
¿Qué es felicidad? — El sentimiento de que el poder crece, de que una resistencia queda superada.
No contentamiento, sino más poder; no paz en general, sino guerra; no virtud, sino habilidad (virtud al estilo del renacimiento, virtud libre de moralina).
Los débiles y malogrados deben perecer: primer artículo de nuestro amor por los hombres. Y se debe todavía ayudarles a eso.
¿Qué es más dañino que cualquier vicio? La acción compasiva hacia todos los malogrados y débiles — el cristianismo…